Un técnico en primera persona

Un técnico en primera persona

En el primer partido serio de la temporada me estuve fijando en el barcelonista que más arriesga, Pep Guardiola. Es un entrenador en primera persona. A esta cita europea, decisiva para el futuro del Barça en el continente, y piedra de toque inaugural ante una afición dispuesta a quererle, Pep acudió de traje y corbata; aunque la corbata se la puso con desgana, y ahí dejó abierto un botón como si llevara vaqueros, la percha le favoreció y el partido hizo el resto. Muchas veces requirió a los suyos (sobre todo a Xavi Hernández y al capitán Carles Puyol, que son sus alter egos ahora) para que hicieran sobre el césped lo que él hubiera hecho.

Este entrenador de estreno estuvo, para lo que es él, más relajado que el presidente, que se juega más (en la asamblea del próximo domingo 24). El triunfador fue Etoo, y Guardiola lo sab el camerunés está destinado ahora a atinar siempre. Se lo debe a su trayectoria y se lo debe a Guardiola; no es muy común que un entrenador se trague sus palabras. Pero Guardiola es de otra estirpe, y ha dado un ejemplo que acaso también es un ejemplo civil, de sensatez y de respeto por la historia y, sobre todo, por el futuro del Barcelona.