El pasado 3 de agosto a todos los madridistas se nos encogió el corazón. Un bisonte de ébano llamado Diaby atropellaba a este tulipán que ha sabido ganarse el respeto del vestuario del Madrid con su entrega, calidad y eficacia. Sneijder tiene pinta de pitufín, pero es un guerrero con un repertorio de pases más amplio que José Tomás. Wesley le da claridad, verticalidad y pegada a la propuesta ofensiva de Schuster. No olvido un golazo suyo de rosca al Murcia de Clemente, que sirvió para alimentar el alirón de los récords. Sneijder es tan importante como Iker, Robben o Ruud. Jugador-franquicia.

En Riazor le echó todo el mundo de menos. La afición, sus compañeros y el alemán. Justo hace un año, el Príncipe de Utrecht conquistó el aprecio de la crítica y del Tendido del 7 del Bernabéu al firmar dos partidos memorables ante el Atleti de Agüero y Forlán (2-1, él metió el gol del triunfo) y en El Madrigal ante el Villarreal de Nihat y Cazorla (0-5). Ahí plantó sus reales y nos dibujó los trazos de lo que es. Un futbolista multiusos, perfecto para jugar entre líneas, poseedor de un regate aceptable, un cambio de ritmo envidiable y un remate desde lejos diabólico. Sneijder ha sido uno de los mayores aciertos de la era Mijatovic. Es el perfil que buscaba Calderón y que tan buenos resultados ha dado estos años: "Profesional y comprometido". Wesley, te espero crack.