Sobre boixos y mossos d'esquadra

Sobre boixos y mossos d'esquadra

Voy a hacer una caricatura: un grupo de 'jarrais' se reúne en un bar, a un par de kilómetros del lugar donde se va a celebrar un congreso de la Sociedad para la Palabra Culta y las Buenas Costumbres. Su intención, claro, es ir allí para reventarla. La Ertzaintza, que lo sabe, acude al bar, los escolta por la calle, mientras hacen el borrico, les mete allí. Una vez dentro, los organizadores advierten a la Ertzaintza de que llevan huevos y piedras. No se les quita. Los lanzan al escenario, interrumpen el acto. Se quedan allí hasta el final, cuando son aclamados por algunos de los conferenciantes.

Comparemos ese relato con éste: un grupo de 'boixos' se reúne en el Bar Virginia, junto al Camp Nou, para ir al derbi. Los 'mossos d'esquadra' les escoltan por la calle, por la que van tirando bengalas. Entran con más bengalas. El Espanyol avisa a los 'mossos' de que llevan bengalas, pero éstos dicen que si intervienen se armará follón. Tiran bengalas a zonas de público espanyolista, el partido se interrumpe porque algunos escapan hasta el campo. Se reanuda. Acaba. (Con tongo, por cierto). Jugadores del Barça acuden a ofrecer la victoria a los gamberros, que vuelven a salir protegidos por los 'mossos'.

¿Es posible esto? Lo segundo, sí, y ha pasado. Los 'boixos' que Laporta ha disuelto se reorganizan para acudir a Montjuïc con la complacencia pánfila de la policía autonómica, que no estuvo a la altura de sus colegas de Madrid, esos que ayer desarmaron de bates y navajas a los ultras sevillistas que pretendían entrar así pertrechados en el Calderón. Y detuvieron a dieciocho. No voy a decir que los malos sean los 'mossos', porque no lo son. Los malos son los 'boixos'. Pero la policía está para proteger a los buenos de los malos, no al revés. Eso sí, ante la alarma social, al final de todo detuvieron a cinco. A buenas horas, mangas verdes.