Esto huele al final de un ciclo

Esto huele al final de un ciclo

En la última vuelta del Mundial de Lisboa 2001, Gilberto Simoni iba fugado cuando por detrás se puso a tirar Paolo Lanfranchi, que es italiano como él pero militaba en el Mapei, igual que Paolo Bettini, quien luego cazó la plata. El oro fue para Óscar Freire, que conquistó así el segundo de sus tres arco iris, tras un gran trabajo de la Selección. Ese era el secreto de España y de Paco Antequera, que lograba mentalizar al equipo para un trabajo com mientras que Italia era una banda de estrellas donde cada uno hacía la guerra por libre. Ahora, Italia se ha españolizado y España se ha italianizado. En las dos últimas ediciones hemos visto cómo Samuel Sánchez y Alejandro Valverde hacían su carrera y privaban a Freire de pujar por su cuarto Mundial. Padecemos una crisis de crecimiento. Demasiados gallos en el mismo corral.

Si esto fuera poco, este año se percibía un ambiente raro: el capitán, Sastre, agotado y enfurecido con Riis, renunci Contador acudió voluntario, pero la resaca de la Vuelta y el caso Armstrong redujeron su rendimiento; Samuel anda pensando en la oferta del Cervélo... Y encima, Antequera convocó a Rubén Plaza, un implicado en la Operación Puerto, para acabar 32º en la crono. Esto huele al final de un ciclo.