Sandro Pertini y su cautivadora sonrisa en el Palco del Bernabéu dieron formato a la imagen más recordada del Mundial 82. Esa alegría espontánea del que fue presidente de la República de Italia logró que los españoles celebrásemos aquel triunfo de la zzurrasobre Alemania (3-1) como si fuese propio. Aquellos momentos mágicos los vio por televisión desde Nápoles el iccoloFabio,que por entonces tenía ocho añitos. Cannavaro fue un niño espabilado y de aquel Pertini eufórico aprendió que en su vida debía respetar os mandamientos sagrados: pasión por el fútbol y añadir una sonrisa para desdramatizarlo.

Cannavaro quiere un año más en el Madrid para irse con un sueño cumplido: levantar una Champions (único título que se le resiste) en el Bernabéu.En el santuario de La Castellana se jugará la final de la Copa de Europa de 2010 y sería un colofón inmejorable para élrecoger de manos de Platini,después de cedérsela el capitán Raúl, la copa de campeones. No olviden que otro italiano, Panucci,fue uno de los líderes de la Séptima.Cannavaro merece otro año más. ¡Forza Madrid!