Camacho, es decir, Jóse, tenía un mono de banquillo que no se podía aguantar: donde más en su casa, me temo. Izco le habló como a él le gusta, con sinceridad y las ideas claras... y aceptó. Llevaba demasiado tiempo viendo partidos de fútbol sólo en plan informativo. Es de los que necesitan oler vestuario; le gusta el fútbol demasiado para vivir, como hasta ahora, los domingos al sol. Y le va a ir bien. Osasuna es un club grande en ilusión y en ganas de figurar noblemente. El viejo Sadar le recordará sin duda su estreno en Primera, en el viejo Sarrià con el Espanyol: posibilidades las que hay; trabajo, todo. Todos éramos más jóvenes, también él. Pero su afán no ha envejecido. Bienvenido a nuestra Liga, que siempre le recibirá con alegría.

El tránsito en el banquillo rojillo deja además una lección magistral en el adiós del saliente: José Ángel Ziganda, un señorazo que atiende por el Cuco. Sus manifestaciones tras conocer que prescindían de sus servicios han sido maravillosas y se resumen en esta: "A partir de ya, como socio de Osasuna pensaré que el mejor entrenador para el club es Camacho". Desde el día que le conocí supe que estábamos ante un señor excepcional. Hasta pronto, Ziganda. Que esto es una noria... menos en los principios. Y a usted le sobran.