El Atlético está en Guantánamo

El Atlético está en Guantánamo

Cuantas más horas pasan, más me enfurece el atropello al Atlético. Así veo yo la cosa. La UEFA aprieta las clavijas a los clubes en una plausible cruzada contra el racismo y la incitación a la violencia. Y resulta que los hinchas del Marsella exhiben en el Calderón una pancarta que invita exactamente a lo uno y a lo otro, como recoge la propia guía UEFA en su catálogo de símbolos prohibidos. Cuando la Policía interviene para hacer cumplir el mandato, se encuentra con la salvaje reacción de los cafres. Uno golpea por la espalda a un policía. Otro lanza una silla desde un vomitorio que le abre la cabeza a un agente. Algunos más hacen volar asientos en las gradas. Y las fuerzas de seguridad se emplean como merece aquella turba incontrolada.

El presidente del Marsella se molesta porque tocan a sus ultras. Y espera que el informe del delegado despedace al Atlético. Pero sucede lo contrario y califica de perfecta la organización. En cambio, sí recoge, erróneamente, una actuación brutal de la Policía. Y cuela por esa rendija tres cartas al Comité de Disciplina denunciando gritos racistas (que no digo que no se produjeran y por ahí estaría justificada la sanción) y abusos policiales. Y el tribunal, con jefe francés, cree al denunciante, también francés, y no al observador ni a la parte contraria, a la que da audiencia después de condenarla. Y cierra el Calderón. Y obvia a los energúmenos, que podrán seguir exhibiendo su calavera por Europa con impunidad. Al Atlético le han metido en un vuelo secreto a Guantánamo.