Me alegro de que Sete vuelva al Mundial. Tengo la sensación de que salió de él por la puerta trasera y que un piloto de su categoría, que llegó a plantar cara al mismísimo Rossi, merecía algo mejor. Regresa, además, con un equipo español de MotoGP, lo que es una magnífica noticia en los tiempos que corren. Y por si fuera poco, se garantiza así la presencia del apellido Nieto en los grandes premios, algo que a mí, qué quieren que les diga, me hace ilusión. Veremos cuál es el rendimiento de piloto y escudería en su primera temporada, porque es evidente que hacerse un hueco entre los mejores se vende muy caro en la categoría reina.

Dicho todo esto, de lo que insisto me felicito, me preocupa algo más que un piloto retirado y con 35 años aún pueda tener un sitio en MotoGP. No es que dude de las cualidades de Sete Gibernau, no es ésa la cuestión. Lo que quiero decir es que los derroteros del deporte en general, y del motor en particular, van por otro camino y no tengo muy claro que sea positivo para la especialidad la necesidad de rescatar a un jubilado para cubrir una vacante. Cierto que en los últimos tiempos la categoría se ha rejuvenecido, pero precisamente por eso una operación como la que nos ocupa debiera ser, incluso, más complicada.