Un campeón que debe consolidarse

Un campeón que debe consolidarse

Hay un hecho indiscutible: Lewis Hamilton es ya el nuevo campeón mundial de Fórmula 1. Felicidades, por tanto. Otra cosa bien diferente es la sensación que nos deje esa conquista. Habrá, desde luego, opiniones para todos los gustos y sabemos que muchas de ellas condicionadas por las faenas que en el pasado le hizo a Alonso. Personalmente, y dejando al lado rivalidades que ya no conducen a nada, me parece que el británico aún deberá trabajar mucho para afianzar su condición de número uno. No me han convencido ni su temporada ni, menos aún, su carrera de ayer, la decisiva del año. Cierto es que logró su objetivo, pero la forma en que lo hizo me parece de una mediocridad que roza lo inadmisible.

Creo que el protegido de Ron Dennis tiene un talento inconmensurable... casi tanto como fortuna. Porque no se ha proclamado campeón demostrando una superioridad manifiesta, sino de penalti injusto en el último minuto. Rozó la catástrofe y eso es algo que no se espera de quien, sin demasiado pudor, en ocasiones se autoproclama el sucesor de un mito como Senna. Pero demos tiempo al tiempo. Sólo entonces sabremos si Hamilton es de verdad el futuro de la F-1... o sólo un episodio pasajero.