Andrés Iniesta, Xavi Hernández y Leo Messi. Nadie duda de que el Barça de Pep Guardiola se apoya en estos tres pilares, y que el resto (Etoo, Valdés, Alves y los otros) compone una buena orquesta de acompañamiento. Pero los pequeños son los auténticos virtuosos, los que crean ese fútbol lírico que ha despertado tantos elogios, aunque el equipo todavía no se ha enfrentado a ningún gallito de verdad, ni en la Liga ni en Europa. De las tres posibles desgracias, la baja de Iniesta es la peor, porque resulta que no tiene un recambio que permita cubrir su puesto con garantías de éxito.

Ahora se verá lo que ficha el secretario Txiki Begiristain, a quien tanto y tan fervientemente defiende el presidente Laporta en sus apariciones públicas. Porque, de momento, de Thierry Henry sólo se han oído lamentaciones (que si no está acostumbrado a jugar en la banda izquierda, que si echa de menos a su hija) y de Alexander Hleb se ha visto tan poco y tan gris que no parece que sea el hombre señalado para hacer olvidar a Iniesta mientras dure su convalecencia. Andrés se ha roto en su mejor momento y en el peor, coyunturalmente hablando, para el Barça. Justo cuando toca medirse con los buenos. Y ahora todo es preocupación.