Arshavin, ese genio tan discontinuo...

Arshavin, ese genio tan discontinuo...

Arshavin va para los veintiocho, pero en España no lo conocimos (salvo Maldini y correligionarios) hasta esta Eurocopa. Asombró en el partido contra Holanda, hasta el punto de que provocó terror nacional ante las semifinales. Acabábamos de superar el maleficio de los cuartos (en los penaltis y contra Italia, ¡toma ya!) cuando ante nosotros se elevaba la formidable sombra de este superclase, que parecía incontrolable. Y sin embargo, no hubo noticias de él en la semifinal. El exquisito tiqui-taca tejido por los Xavi, Silva, Iniesta, Senna y demás le borró del campo. No se le vio por ninguna parte.

Y sin embargo queda en la retina su exhibición ante Holanda, renovada por el partidazo que hizo ante el Madrid en San Petersburgo no hace mucho. Es un superclase, no cabe duda, pero discontinuo. Por muy lejano que nos resulte el fútbol de allá, si hubiera prodigado este tipo de exhibiciones hace tiempo que se sabría que el Milán, el Chelsea, el Madrid, el Barça o cualquier otro andaban tras él. Pero no ha sido así, nadie lo ha perseguido, y es él el que ahora se ha plantado. Quiere jugar en el gran fútbol de Europa occidental y se planta en su club, el Zenit. "O me vendéis o me retiro", ha venido a decir, desafiante.

El Madrid está dispuesto a coger el guante y recogerlo cedido desde enero, con vistas a una posible compra en junio. La operación es gratificante para los medios. O sea, que como director de AS, bienvenida sea esta portada y las que sigan. Pero considerando al Madrid un club con criterio y enjundia, me crea más dudas. No vendrá porque el Madrid lo busque o lo necesite, sino porque él quiere. Siendo bueno, como es (incluso buenísimo) es discontinuo. Y hay varios para hacer lo que él podría hacer, y no mucho peores. Eso sí: tiene ese punto de jugador diferente, especial, que rara vez se encuentra.