La teoría de los vasos comunicantes

La teoría de los vasos comunicantes

Lo he escrito aquí más de una vez: el Madrid y el Barça son como vasos comunicantes. Cuando uno sube, el otro baja, y viceversa. Parece difícil que los dos estén bien al tiempo, o mal al tiempo. ¿Por qué? ¿Por qué casualidad sus ciclos van a contrapié? No es exactamente casualidad. Es que cuando uno se destaca y anuncia un ciclo feliz, el otro entra en nerviosismo. Los pequeños problemas que pueda sufrir se convierten en grandes, le hacen ir aún peor, mientras que el que empieza bien gana en desenvoltura al ver cómo algo parecido a la histeria va atenazando a su permanente rival. Y en esas estamos de nuevo. El Madrid no se vería como se ve si no fuera porque ve al Barça como le ve. Y le ve magníifico. Con un líder sereno en el banquillo (la comparación de su estilo personal con el de Schuster resulta inquietante para los madridistas), con abundancia de cantera, con el protagonismo en el estallido de la Selección Nacional, con la verdadera estrella de nuestro campeonato, Messi, con un fútbol abierto y llegador, que produce goles y victorias en abundancia. El Barça es o tiene ahora todo lo que se puede desear. Y eso le hace la cuesta más dura y más larga al Madrid.

Sin ese referente tan brillante, el Madrid podría sentirse más tranquilo. Le han echado de la Copa, pero eso nunca lo ha considerado grave el madridismo. Está pasando un bache de resultados, pero esas cosas se superan. Van Nistelrooy está lesionado, pero Higuaín ha cuajado. Lo de Robben también es un problema, pero volverá. La situación en la Champions y en la Liga no es buena, pero ni mucho menos es desesperada. Es el refulgente Barça lo que eleva la alarma de amarilla a roja. Eso y el talante de Schuster, nada tranquilizador, y esas decisiones suyas que empiezan a parecer erráticas.