La pista anti-Nadal nos vino fenomenal

La pista anti-Nadal nos vino fenomenal

Bueno, pues el año en que Nadal ganó Roland Garros, más Wimbledon, más la Medalla de Oro en los JJOO y más el número uno, resulta que España gana la ensaladera sin su concurso en la final. Una victoria luminosa en una final cargada de tensión, a la que fuimos con la sensación del justiciable que sube al patíbulo y regresamos con ese trofeo máximo al que empezamos a acostumbrarnos. España tiene un gran equipo detrás de Nadal. Pero el genial mallorquín tiene su cuota parte en esta victoria, no sólo por las eliminatorias anteriores, sino porque su sombra pesó mucho en las vísperas.

Por dificultar el juego de Nadal, Argentina preparó una cancha extrarrápida. Argentina había llegado hasta aquí jugando en tierra, pero en tierra no se atrevía con Nadal. En pista rápida, sí, y de ahí la elección. Pero faltó Nadal y resulta que lo que para él podía ser un obstáculo, para Feliciano y Verdasco se convirtió en una ventaja. Argentina preparó una trampa en la que cayó ella misma. Y así, tras el vapuleo de Nalbandián al afligido Ferrer, Feliciano la hizo valer ante Del Potro, que empezó tocado y acabó hundido. Después, Feliciano tiró de Verdasco en el dobles. Y ayer Verdasco, él solito, hizo el resto.

Y hay que valorar la flema y la sabia conducción de Emilio Sánchez Vicario, desde su confianza de salida en Feliciano (el que ha tirado del carro), hasta la decisión ayer de descartar finalmente a Ferrer, al que Nalbandián vació de confianza. En esa hoguera de pasiones y tensiones que han sido estas jornadas, Sánchez Vicario ha dejado la impronta de un líder sereno. Y una nota feliz más: lo que se esperaba (y a ratos pareció y hasta lo fue) una encerrona en una jaula de grillos, acabó con el antiguo buen estilo del tenis de otros tiempos, que tan positivo sería recuperar en la vieja y querida Copa Davis.