Míchel o el espíritu madridista

Míchel o el espíritu madridista

Míchel ha vivido muchas cosas durante estos dos años en el Madrid, o las ha vuelto a vivir. Se ha encontrado en Valdebebas, ya jubilados, a alguno de los aficionados que hace 25 años eran asiduos a la desaparecida Ciudad Deportiva, los que asistieron a su debut. Como jugador dio cuerpo al espíritu madridista que Ramón Calderón prometió recuperar en su campaña electoral, su bálsamo antigaláctico.

Desde 2006, Míchel se ha volcado en la reestructuración de una cantera que el equipo anterior dejó huérfana, incluso de ideas. Ha querido que los chavales aprendan la historia del club, les ha dicho que la camiseta blanca no se pisa, les ha enseñado a luchar por un hueco imposible en el primer equipo. Y lo ha hecho, como sabe, con un respeto casi religioso a palabras que son su vida: lealtad, honestidad y compromiso.

Cuando Calderón le anunció en su proyecto electoral destacó la necesidad de recuperar la "parte deportiva" del gran Madrid. "Sólo así este club volverá a ser campeón", dijo. Con la marcha de Míchel, Calderón se queda sin ese espíritu que tanto invocó. Ciego y perezoso para rendirle respeto y apoyo.