Alonso nunca tuvo claro lo de marcharse a Honda... y ahora debe estar suspirando aliviado de haber toda esa decisión. El proyecto, incluso con la llegada de Ross Brawn, no terminaba de convencerle y gracias a esas reticencias no está metido ahora en un lío mayúsculo. Porque se vería, en pleno mes de diciembre, sin equipo y con todos los volantes ganadores ocupados. Y es que los japoneses no han sido capaces de encontrar la senda del éxito, una situación insostenible cuando se gasta tanto dinero buscando unos resultados que no terminan de llegar.

Y aunque podemos felicitarnos porque Fernando no se haya visto arrollado por el naufragio amarillo, la segunda lectura es que el futuro de la Fórmula 1 tendrá poco que ver con el festival de despilfarro en que se había convertido en los últimos tiempos. Que hay que apretarse el cinturón es algo que ya nadie discute, la clave del asunto será descubrir cómo afectarán a cada escudería las restricciones que todos, sin excepción, sufrirán en los próximos años. Ojalá sea una buena oportunidad para Renault. Si los poderosos dejan de serlo tanto, quizá los demás recorten algo distancias y la igualdad sea mayor.