El difícil ejercicio de la autocrítica

El difícil ejercicio de la autocrítica

No abunda la autocrítica en el fútbol. En realidad, escasea en todos los órdenes de la vida. No resulta fácil que alguien reconozca en público el resultante de sus propias sumas y restas. La autoprotección nos lleva muchas veces a justificarnos, a echarle la culpa al empedrado o a las circunstancias. En el fútbol, si cabe, un poquito más, porque los juicios se han vuelto sumarios cada semana y nadie va a pecho descubierto reconociendo sus errores o sus limitaciones. Por eso son de celebrar las declaraciones de ayer de Juan Pablo Caffa, un futbolista al que se le adivina más talento que el que le ha brindado hasta ahora al Real Zaragoza. El equipo nota su toque de zurdo y su desborde, pero a Caffa le ha faltado consistencia y regularidad.

Caffa no ha sido capaz de enlazar dos buenos partidos, y eso le ha puesto, para Marcelino, claramente por detrás de Arizmendi, al que el técnico, contra viento y marea, le tiene una fe enorme. Caffa admite que necesita centrarse más, porque en ocasiones se va de los partidos. Y cree que esa cuestión es la que le ha privado de ser titular en el Zaragoza. Quizá la valoración sea algo desajustada, porque para Marcelino el titular es Arizmendi, pero al menos revela que el argentino no busca excusas en su rendimiento irregular. Y eso no lo hacen demasiados jugadores. Más bien los justos. Las circunstancias le han dado ahora una nueva oportunidad a Caffa para reivindicarse. Balaídos será un examen complicado y una prueba del algodón más para el Zaragoza.