El Zaragoza corre al fútbol

El Zaragoza corre al fútbol

Frenazo en Balaídos. El Zaragoza se cayó del caballo después de cinco jornadas sin perder y cuando Marcelino, por obligación o por convicción, acababa de proclamar que veía a su equipo en el mejor momento del curso. En realidad, aunque las derrotas siempre acentúan los juicios negativos, no fue un Zaragoza tan distinto al de otros días. Acaso sin el talento que aporta Jorge López, pero con el mismo perfil. El equipo juega siempre más o menos igual y vive arriba única y exclusivamente por la eficacia de sus delanteros. Si falla Oliveira aparece Ewerthon. Y si tampoco aparece Ewerthon, el Zaragoza no le gana a nadie, porque no tiene fútbol de combinación -el único recurso ofensivo son los pases en largo a los puntas-, ni tampoco de bandas -que alguien me diga, por favor, dónde está el juego exterior del equipo-, y porque su defensa ya ha recibido 19 goles, que son muchísimos. El Zaragoza, por desgracia, no juega al fútbol, corre al fútbol, que es bien distinto.

En Vigo pudo haber quedado todo resuelto enseguida, porque el Celta salió en plan ciclón, pero el caso es que la derrota cayó cuando menos se esperaba, cuando el rival, derrengado por el esfuerzo, sólo aspiraba ya al empate. La derrota duele, pero el Zaragoza también ha ganado así muchos partidos. Al final, la cuestión, guste o no guste, es que ésta es la primera vez que Marcelino dirige a un equipo con un objetivo claro y con una afición muy exigente, a la que hay que animar y entusiasmar. Y las circunstancias le están superando. A él y también al equipo. Se va a ascender, pero sin ninguna grandeza.