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Baha, detrás de la pista de Larbi

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Después de medio año marcando goles en la Ponferradina, donde había llegado, anónimo, después de confusas experiencias en Braga, Ferrol y Cretèil, a Baha empezaron a lloverle llamadas telefónicas. Sin embargo, sólo le convenció una, la de Muñiz. Le gustó mucho que no le telefoneáse, como en los demás, ningún director deportivo y por eso, y obviando el dinero que le daban Real Sociedad o Elche, eligió Málaga. Allí encontró dos padres: el mismo Muñiz, que pagaría mucho dinero por tenerlo hoy en Santander, y Abdallah Ben Barek, marroquí como Baha, historia viva del malaguismo que hoy trabaja en las categorías inferiores del club. Abdallah Ben Barek jugó y entrenó en España y orientó la vida de Baha en Málaga, pero la pista que sigue Nabil es la de otro Ben Barek, Larbi, que en su temporada más realizadora marcó 14 goles.

Baha ya lleva siete antes de que acabe la primera vuelta (y sin lanzar penaltis). El de ayer, con una volea exquisita, de futbolista superclase, deja su cláusula de rescisión, unos cinco millones de euros, en calderilla. Es una de las felices apariciones de la Liga y juega en una de las agradables sorpresas del campeonato, el dinámico Málaga que construyó el binomio Sanz-Muñiz y que ha heredado con tanto acierto Tapia, número uno del sentido común que sabía que había pocas cosas que matizar. Y así está el Málaga, feliz con sus 22 puntos y agradecido a todos los que han hecho que este 2008 que termina sea inolvidable.