El Consejo de Europa define a la transexualidad como un síndrome que se caracteriza por la existencia de una doble personalidad, una física y otra psíquica, estando la persona transexual profundamente convencida de pertenecer al sexo opuesto. Es decir, está atrapada en otro cuerpo, lo que le incita a pedir la correspondiente corrección de su cuerpo. Hay, pues, una clara alteración del equilibrio anatómico, funcional y psíquico, produciendo un profundo desacuerdo entre el sexo biológico y el sexo psicosocial. Dicho de otra forma, entre el sexo con el que nace y aquel otro que la persona siente como propio. Este fenómeno de cambio de sexo está adquiriendo una importancia especial en nuestros días debido a la liberalización de las costumbres y por supuesto a la gran trascendencia desde el punto de vista jurídico y legal.

El caso de la pertiguista alemana Yvonne Buschbaum, recientemente operada, pertenece claramente a este fenómeno: "Soy un hombre en cuerpo de mujer", ha dicho. La ley actual permite el cambio de sexo e incluso de nombre. Sin embargo, estos cambios requieren grandes tratamiento hormonales no exentos de efectos secundarios. Desde el punto de vista deportivo, considero que estos cambios terminan con la vida deportiva de la persona afectada al menos a nivel de competición de élite, ya que entre muchos hándicaps está el tratamiento hormonal que chocaría frontalmente con el tema del dopaje.