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Que Agüero no sea un nuevo Futre

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Empiezo 2009 en la mejor compañía posible, escribiendo entre Futre, mi ídolo, y Agüero, mi debilidad ahora que la edad y la profesión ya no me permiten divinizar a los futbolistas, pero sí admirarles. Les miro y veo lo mejor del Atlético, la grandeza del que siempre disfruta de futbolistas superiores y diferentes, capaces de cualquier cosa, cualquier reto, cualquier triunfo. Pero les miro y tiemblo irremediablemente, rogándole al nuevo año que, por favor, esta vez la historia sea diferente.

Me gusta pensar que un Futre incorpóreo se les ha presentado estos días en sueños a Cerezo y Gil Marín, en una versión futbolística del dickensiano fantasma de las Navidades pasadas, haciéndoles entender que o cambian o no hay futuro. El portugués, como tantas estrellas rojiblancas recientes, salió del Atleti pronto y mal, engullido por la locura del entorno, las expectativas no cumplidas, la sensación de que todo pudo (y debió) ser mejor. Si sucede lo mismo con Kun, es para borrarse o, casi mejor, borrarles.

Este 2009, el Atleti debe dar, de una vez, un puñetazo sobre la mesa, creerse de verdad que es grande, no sólo decirlo de cara a la galería, y actuar como tal. No es conveniente, es obligatorio mantener a Agüero pese a la avalancha de ofertas, convencerle de que el proyecto es ambicioso y él, su mascarón de proa por muchos años y para muchos títulos. Dicen que quien olvida los errores del pasado está condenado a repetirlos y la situación en el Manzanares roza la amnesia. Despierten. Ya. Se lo deben a la afición desde los tiempos de Futre.