Se le escapó el timón en lo esencial

Se le escapó el timón en lo esencial

Se va un presidente honrado. Creo bienintencionado, excesivamente confiado y mortalmente descuidado. Arroja la toalla ante el castigo continuado del sector crítico, punzante como nunca antes se vio en la tarea de elevar a la enésima potencia cada uno de los traspiés que dio en su gestión. Calderón ha fallado en muchas cosas de gran notoriedad pública, pero el club ha dado un giro en cuestiones deportivas y sociales que nunca fueron suficientemente valoradas. No se trata sólo de ganar dos Ligas consecutivas superando la etapa oscura del Galacticismo depresivo. Hay una renovación profunda de la estructura social, un saneamiento de la fontanería de la entidad y la estabilización de la economía con números que garantizan la salud del Madrid por mucho tiempo.

Pero a Calderón se le escapó el timón en las cuestiones esenciales: en la imagen, en el verbo, en la ingenuidad de un amateur al que le vino grande el cargo. Se entusiasmó en la idea del Pabellón Arena, en la residencia de jugadores, en mejorar el basket, en reformar el orden de la cantera, en modernizar el Bernabéu, en amigarse con la FIFA, la UEFA y Villar, en abrir el palco a los socios, en muchos asuntos considerados menores para el público que jamás consiguieron solapar ante sus críticos las torpezas de fondo. A Calderón le estaban esperando desde el mismo día que se fotografió como presidente y ninguno de sus más que valorables proyectos ha servido para evitar que abandone con el nudo de la frustración en su garganta. Gracias por su esfuerzo, presidente.