Me voy convirtiendo en un clásico cada vez que el Madrid juega contra Osasuna. Siempre me toca aparecer para expresar un sentimiento inexplicable... ¡Quiero que ganen los dos! Soy navarro, me di a conocer en Osasuna y eso es lo que me dio la oportunidad de jugar en un grande como el Real Madrid. Me gusta que ganen los blancos, espero cada semana a que eso ocurra, pero también me revienta que pierda Osasuna. Si ahora faltaran tres partidos para que terminara la Liga y al Madrid no le hicieran falta puntos porque ya tuviera el campeonato ganado estaría loco de contento porque vencieran los rojillos. Por lo menos, como aficionado, espero que, aparte de resultados, todos podamos ver un espectáculo insuperable en el Santiago Bernabéu.

El encuentro llega, además, en una situación muy complicada para los dos equipos. El Madrid necesita imperiosamente ganar. La distancia con el Barça no es insalvable. Queda toda la segunda vuelta entera y estoy seguro de que los de Guardiola se irán dejando puntos por el camino. Y poco hay que decir de Osasuna. También tengo la convicción de que se salvará, porque es una entidad y un equipo que históricamente tiene casta, raza y que nunca se rinde. Eso es lo que nos ha identificado siempre, y la llegada de Camacho al banquillo supone un plus en esos valores. Es cierto que un entrenador no hace del todo a un equipo, que este depende de otros muchos factores, pero Camacho, que es el de siempre, el del Madrid y la Selección, seguro que ayudará.