Unai Emery pidió el año pasado el fichaje de Julio Álvarez para su Almería. El jugador, nacido en Caracas (Venezuela) pero internacional Sub-17 por España, escuchó con orgullo la propuesta del hoy entrenador del Valencia, pero tenía una deuda de honor: "Tengo que ascender con el Numancia". El equipo castellano, con el tercer presupuesto más bajo de Segunda, iba disparado hacia la División de Honor. Y Julio Álvarez, con su juego, algunos golazos (al Málaga le metió uno impresionante de cabeza en La Rosaleda) y su honradez sobre el campo se ganó con creces el honor de que un equipo con el caché del Almería se fijase en él. Coincidió con Gonzalo Arconada, el técnico con quien ascendió en el exitoso y formidable cuadro soriano.

La especificidad del fútbol provovó el cese de Arconada y que Alfonso García apostase por Hugo Sánchez. El mexicano ha traído renovados aires de ilusión para con la entidad mediterránea. Pero Julio Álvarez ha sido machacado mediáticamente de manera injusta, desproporcionada y, por supuesto, inmerecida. No se le cuestiona por jugar mejor o peor sino ¡por haber venido de la mano de Arconada! Bueno. ¿Y qué si fuera así? ¿Es que este entrenador no ha trabajado con honestidad? ¿Acaso estaba el Almería en descenso cuando fue destituido? Una cosa es valorar la apuesta por Hugo como un revulsivo para el Almería (que lo es), y otra faltar al respeto profesional a un buen entrenador y por supuesto a un excelente futbolista: Julio Álvarez.