El buen futbolista por definir

El buen futbolista por definir

Llegó con 19 años y con todo por definir, hasta el peinado. A simple vista nos encontrábamos ante un delantero con poco gol y escasa velocidad, demasiado joven y peligrosamente tímido. Y por si los inconvenientes no fueran bastantes, su ubicación teórica sobre el campo coincidía con la de Raúl. Sus opciones de sobrevivir en esas condiciones parecían, siendo generosos, casi nulas. Sin embargo, en cuanto Higuaín entró en acción se percibió en él algo excepcional. No era el gol, ni la carrera, tampoco el regate. Sin dominar ninguna especialidad, Higuaín sabía jugar al fútbol, interpretarlo, resolver los problemas que plantea.

El asunto no es una obviedad. El fútbol está repleto de jugadores habilidosos que no saben jugar al fútbol, que no lo entienden, que no distinguen al futbolista del concursante, del trapecista. Robinho es un buen ejemplo. Y hay otros muchos, generalmente bien pagados, porque las virtudes circenses se cotizan alto. Higuaín pertenece a otra estirpe, la del futbolista sencillo y efectivo, minimalista. En eso emparenta con Raúl, pero también en un coraje potenciado esta temporada. Ya no son únicamente los goles que marca, es el modo rabioso de festejarlos, el contagio que provoca. Higuaín ya ha cumplido los 21 y aún tiene algo por definir: el techo.