Divertir sin buscarse la ruina...

Divertir sin buscarse la ruina...

Tecnológicamente, el automovilismo europeo, el que nosotros seguimos de forma más directa, se encuentra muy por delante del americano, diría que en cualquier especialidad. Me refiero a que los coches, la telemetría, la estrategia, las paradas en boxes, los neumáticos, la evolución a lo largo de la temporada... son aspectos que alcanzan un grado de sofisticación superior en la Fórmula 1, el DTM, el Mundial de Turismos o las 24 Horas de Le Mans que en la NASCAR, la Indy o estas 24 Horas de Daytona. Sin embargo, ya no tengo tan claro que refiriéndonos al espectáculo la situación sea la misma. En Estados Unidos saben bien que lo primero es entretener al público, dar a los aficionados alicientes para que acudan a los circuitos o sigan las carreras por la tele y lo hacen sin remilgos, anteponiendo el show a otros muchos condicionantes.

Y lo cierto es que se lo deben pasar en grande, al menos así lo podemos concluir a la vista de las afluencias de espectadores a las pistas. A ellos les importa menos que los coches lleven lo último de lo último, que haya que reagrupar constantemente la carrera tras el coche de seguridad, que el público casi se meta en los boxes... Casi todo vale para mantener el interés. Con todos los matices propios de cualquier comparación, éste podría ser un buen espejo en el que mirarnos desde este lado del Atlántico en época de crisis. Porque se lo pasan igual de bien (o mejor) gastando menos dinero, sin tanto glamour y superficialidad pero con más emoción y, sobre todo, espectáculo. La carrera de ayer en Daytona fue un ejemplo perfecto de ello, rematada con el primer triunfo de un español. Antonio García ya tiene su trocito de gloria con aroma USA.