A ntes de hablarles de lo único verdaderamente importante para el Mallorca en este momento, que es el partido ante Osasuna y los diecisiete restantes de la segunda vuelta, permítanme que les recuerde que Mestalla, Valencia, tiene una deuda histórica con el Mallorca.Es la deuda de aquella Copa del Rey de 1998 que el Real Mallorca de Héctor Cúper no se llevó ante el Barcelona. Aquella que era mallorquinista y se fue a Can Barça. Recuerdan que el Mallorca lo hizo todo por ganar la Copa, y no se la pudo llevar en los penaltis tras aguantar una prórroga con nueve jugadores. Cómo olvidarlo.El Mallorca, hasta la fecha, nunca ha perdido una semifinal de Copa. Si cumpliera con la historia, jugaría su cuarta final, y sería en Valencia otra vez, en Mestalla. Esa Copa que le debe Valencia a un Mallorca que ahora centra sus esfuerzos en ganar en Pamplona.

Ya ha advertido Puñal que Osasuna no dejará que el Mallorca vaya a jugar el balón. Los bermellones saben lo que les espera y lo que buscan. Deben autoexigirse el mismo compromiso y el buen hacer mostrado ante Valencia y Betis. Tienen dos formas de ganar allí: una es quitando el balón al rival y marcando su propio ritmo. Osasuna espera eso. La otra es igualar las fuerzas en medio campo y no permitir centros ni estrategia. Por cierto, en el club pesa la sombra de un mal recuerdo: el pésimo arbitraje de González Vázquez, hace dos temporadas, tan determinante en la derrota mallorquinista. Repite el gallego.