Abel ha devuelto la ilusión

Abel sabe que un equipo se construye de atrás hacia adelante. Lo aprendió en su etapa de esplendor (la de los 1.275 minutos imbatido) cuando Ivic lo protegía con una defensa de cinco (Tomás, Solozábal, Donato, Juanito y Juan Carlos era la más habitual) y cuando fue ayudante de Sacchi, sólo que con el italiano la manera de defender no era con la zaga pisando la raya del área, sino muy próxima a la del círculo central. Él ha optado por esta táctica. Ajustar bien las piezas en retaguardia y sincronizar los movimientos en la presión es fundamental para que atrás no haya vías de escape.

Dura tarea la que tiene por delante, porque el Atlético que dejó Aguirre hacía agua en defensa, apenas presionaba y carecía de organización en el centro del campo. Y eso es lo que tiene que mejorar para que en el Calderón no haya sobresaltos y sí emociones. Que también las había antes: Kun, Forlán y Simao son harina de otro costal y se fabricaban las ocasiones por sí mismos, cazando cualquier pelotazo largo que les mandaran. Algo ha cambiado con Abel, o al menos, eso pareció tras el primer tiempo en Huelva. Todo salió a pedir de boca. En la segunda parte fue otra cosa: no vale sólo con robar el balón, no hay que perderlo después. Con Abel, la ilusión ha vuelto a los atléticos. Que no se diluya como un azucarillo.