Claro que diez puntos son muchos, aunque queden 45 por jugar. Para que el Madrid ganara esta Liga haría falta, como mínimo, que el Barça dejara de ganar diez de esos 45 puntos, frente a los sólo nueve que ha perdido de los 69 disputados hasta la fecha. Y eso, contando con que el Madrid ganara de aquí al final todos los partidos, y excuso decirles lo difícil que es eso. Y, a más a más, como se dice en Cataluña, tendría que ganarle en el Bernabéu al Barça por más de dos goles de diferencia, porque del 'goalaverage' general ni hablamos. O sea, que es imposible, sí. Pero, ¿seguro que es imposible?

Lo extraordinario del Madrid radica en que, realmente, ninguno lo consideramos imposible del todo. Es cierto que nunca lo ha hecho, que nunca se ha producido una remontada así. Es cierto que los arbitrajes son los que son, y ya nadie lo disimula, y menos que nadie los árbitros. Es cierto que no hay jugador mejor que Messi, ni chicos más inteligentes con el balón en los pies que Xavi e Iniesta, ni goleador más rabioso que Etoo, ni tipo más sensato en nuestro fútbol que Guardiola. Pero es igualmente cierto que no hay mito en nuestro país comparable a la capacidad de superación del Madrid.

Dos meses, dos puntos. Eso es todo lo que ha conseguido recortar el Madrid desde que cayó en el Camp Nou, pero ya es algo. O es mucho. La mera osadía de discutirle el título a ese Barça fabuloso, que juega de maravilla y goza de todas las complacencias, empieza a ser desasosegante para la grey culé. ¿Qué pretenden estos? Pretenden ganar la Liga, claro, es su obligación. ¿Y...? Pues que están a dos puntos menos y ya veremos. ¿Y...? Pues eso. Que el que viene es el Madrid, remando río arriba, con iturraldes sobre el cogote, pero tan resuelto como siempre. Y si persigue el Madrid, todo es posible.