De Málaga a Madrid vía Memphis

De Málaga a Madrid vía Memphis

Si me obligan a quedarme con una jugada, sólo una, elijo ese corte de balón en el que Navarro adivina a Llull la línea de pase y frustra el contraataque madridista. Seguramente ya estaba sentenciado el partido, el Regal Barcelona dominaba por 68-76 con tres minutos para el final, pero ese gesto no es sino el mejor síntoma del carácter ganador de La Bomba. Acto seguido, sin anestesia al enemigo, mató el partido con un triple de ocho metros. Es tan bueno Navarro que hay quien lo había olvidado cuando el Atlántico lo separó de esta Liga, que es la suya.

Hace dos febreros, Juan Carlos se despidió de la Copa del Rey en Málaga con el título bajo el brazo. Se fue a Memphis, donde masticó que el baloncesto puede resultar odioso cuando no se juega como se debe (ahora es Marc Gasol quien lo sufre). Vuelve a la Copa y no se le ocurre otra cosa que dejar al Real Madrid, que es anfitrión, fuera del torneo a las primeras de cambio. Él es así. Y así, con seis triples y cien malabares, desnudó a un Madrid que en las últimas fechas había escondido sus miserias bajo la manta de las remontadas. Abandonar todas las opciones de victoria al talento de Bullock y Reyes es como pretender que Martes y Trece animen todas las nocheviejas de nuestra vida. Ellos volvieron a dar la cara, pero en esa moneda al aire pesan más las cruces de Hosley, Massey o Tomas. Sobre todo cuando enfrente Navarro se acaricia la barba meditando si el triple será de siete o de ocho metros. Y zas... lo mete.