La historia exige un final feliz

La historia exige un final feliz

La Copa de Europa es patrimonio del Real Madrid. Ambos nacieron de la mano y ambos han crecido juntos para escribir las páginas más bellas de la historia del fútbol. Suyas fueron las cinco primeras ediciones (1956-1960), suya es la primera 'orejona' ganada con un once titular formado sólo por españoles (1966), suyas son las tres Champions en color que le auparon a la cima de la competición con nueve coronas... Si la Copa de Europa tuviese boca y pudiese hablar se quejaría por lo sucedido estos últimos años. El Madrid no puede caer en el cruce de octavos como si fuese un meritorio. Si desde marzo falta el Madrid, la Champions se queda sin alma...

Basta ver la imagen de arriba. Aconteció en Glasgow, la ciudad que ha acogido dos finales que han dejado huella. La de 1960, 7-3 al Eintracht (4 de Puskas, 3 de Di Stéfano). Y la de 2002, en la que Zidane dibujó el gol de Oliver y Benji con un remate que no sabrían imitar ni los cineastas de Hollywood. Allí también vi hacerse hombre a un niño llamado Iker Casillas. Lloró de rabia y de alegría, al estar ausente su madre por creer que no iba a jugar ante los alemanes. No olvido la noche del Derby County (5-1), la del Anderlecht (6-1), la del Inter (5-1) o la del Borussia (4-0). El Madrid es Europa. Por muy grande y venerable que sea el Liverpool, toca reconciliarse con la historia. El Bernabéu levitará mañana...