No la ganan si no asumen el miedo

No la ganan si no asumen el miedo

Hay sólo una pequeña diferencia entre el discurso autosuficiente ("sólo nos importa lo que hagamos nosotros") que esgrimen desde hace tiempo los jugadores del Barça y el prepotente. De hecho, parece apenas una cuestión de matiz. Porque, en una competición de veinte participantes, donde todos se enfrentan a todos, si lo único que te interesa es lo que hagas tú mismo automáticamente te sitúas en una irrealidad. La actividad del otro siempre es algo constituyente: del yo propio, cuando actúan las identificaciones, y del mundo como entorno para el desarrollo de lo grupal. Pep Guardiola ha evitado referirse a los perseguidores durante los largos meses que su equipo ha gobernado la Liga con una autoridad insultante, y sus chicos han tomado ejemplo.

Pero se han pasado en el empeño. Tanto, que lo que ahora toca es hablar de ese otro perseguidor con una frecuencia indeseada. El Barça no ganará esta Liga que era suya en diciembre si no asume el miedo. Porque vivir sin miedo, sin un mínimo de miedo, equivale a caminar por una cornisa con los ojos vendados. Un poco de miedo es lo que hace posible la supervivencia, lo que evita que uno cruce la calle sin cuidado del tráfico, que cometa temeridades de cualquier tipo. Y el miedo, en este caso, tiene un nombre: Real Madrid. Cualquier otro rival podría ser minimizado, puesto en remojo, esquivado, pero la larga historia de esta rivalidad obliga al Barça a tomar recaudos. Y se empieza por ponerle nombre al miedo, primer paso para poder vencerlo.