Hace bien Maxi en pedir disculpas y en reconocer que se equivocó el domingo al ser cambiado. Se supone que jugar en el Atlético es algo que sólo pueden hacerlo unos cuantos elegidos, aunque en los últimos años casi jugó cualquiera. De igual manera se da por hecho que ser capitán de este equipo debe suponer un honor y un orgullo. De todos, diría yo. Llevar el brazalete es lo máximo que le puede pasar a un jugador, ya sea de la Selección, de un equipo profesional o de uno de Regional. No hay más bonito que llevar el brazalete de capitán.

Cuántos aficionados del Atlético que estuvieron ante el Barcelona habrán soñado alguna vez en su infancia haber sido capitán del equipo rojiblanco? Seguro que muchos. Todos. A ellos les debe pedir perdón Maxi. Viendo esto me acuerdo de Collar, que cuenta con orgullo las temporadas que él capitaneó un Atlético de leyenda. Maxi ahora representa con el brazalete los sentimientos de más de dos millones de aficionados. Y eso no es cualquier cosa.