Lassana Diarra no deja de sorprenderme, de sorprendernos. El sábado por la noche veía con una alegre admiración las estadísticas que desfilaban en la pantalla de mi televisor. Cada vez que se trataba de Lass, el rótulo "100% de pases buenos" aparecía. ¿Como era posible que un futbolista alcanzará la perfección en un partido tan duro como el de Bilbao? O casi... Ya que creo que midió mal en una entrega de balón al final del encuentro. Y ahora que leo los increíbles datos comparativos con Claude Makelele, tengo que salir de mi asombro para poder buscar explicaciones humanas a esta hazaña.

Pienso que Lassana Diarra se encuentra ahora en la segunda fase de su desarrollo madrileño. En un primer momento (los cinco o seis primeros partidos), se ha limitado a asegurar e imponer su trabajo de recuperación de la pelota y de cobertura de los laterales. Una vez conquistado este puesto clave para el equilibrio del equipo, ya se puede permitir demostrar su capacidad en los pases cortos y la animación del juego. Pero nos queda por ver su entrada en la tercera fase: la de un Lass totalmente seguro de sí mismo y que se atreverá con largos pases de 30 metros y con sorprendentes cambios de orientación de la pelota (tipo David Beckham). El francés sabe hacerlo pero todavía no quiere "lanzar campanas al vuelo". Él mismo me confesó que ha sufrido demasiadas decepciones en el fútbol para creer que "ya lo tiene hecho" en el Madrid.

Por más increíble que pueda parecer, sé que Lassana Diarra tiene todavía sanas dudas de sí mismo y que está viviendo con cierta cautela su grandioso éxito en el Madrid. ¡Vaya futuro le espera!