Boluda ya puede irse tranquilo

Boluda ya puede irse tranquilo

Jamás me fui más satisfecho de una Asamblea del Madrid, acostumbrado a sufrirlas como un dolor de muelas. Ayer vi a 1.200 madridistas orgullosos por la lección de civismo y de serenidad que dieron en el IFEMA. El Senado Blanco se ató los machos, dejó a un lado las rencillas personales e ideológicas y gritó al mundo entero que los nanines y bárcenas son una minoría en una entidad cuya historia le obliga a ponerse de pie cada vez que alguien luce su escudo en la solapa de la chaqueta. La Asamblea enterró el hacha de guerra empuñada con indignidad el 7-D y todos, florentinistas y eugenistas, firmaron la 'fumata blanca' que tanta falta hacía para rescatar la bandera del prestigio.

El artífice de este domingo de gloria fue Vicente Boluda, del que llegué a descreer por someterse a ese pactismo que incluyó en el orden del día la posibilidad del voto recaudado, una trampa que hubiera condenado al Madrid a ser de nuevo portada en las páginas de sucesos. Boluda, con humildad y temple, condujo de pie y durante siete horas interminables el bombardeo de los compromisarios, que pudieron expresar sus opiniones sin coacciones por dispares que fuesen. Boluda ha logrado más de lo que imagina. Su interinidad será recordada por lograr que el voto por chorreo haya desaparecido de nuestras vidas para legitimar el voto por correo, único cauce lógico y transparente para que nunca más se utilice de forma artera y manipuladora. El 14 de junio empieza una nueva era. Señores, hay partido. El futuro presidente llegará a una casa oxigenada y limpia...