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Un golazo que lo dice todo

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Ander sacó el tiralíneas y Braulio definió a lo grande, con sutileza y casi sin ángulo. Golazo. Un gol de bandera cuando el partido moría que se llevó por delante la muralla del Girona e hizo estallar de júbilo a La Romareda. El fútbol le hizo anoche justicia a todo el Zaragoza y a estos dos futbolistas en particular, que hicieron lo mejor en una jugada fantástica. El gol y la victoria se cantaron como nunca antes en esta temporada, porque el empate hubiera sido un pinchazo terrible, un complicarse la vida otra vez cuando la orilla parecía más cerca que nunca. Pero así, con sufrimiento y angustia, se forjan también los ascensos, con triunfos agónicos que resucitan el orgullo y ponen la argamasa de una comunión definitiva.

El asedio del Zaragoza duró todo el partido, pero entre que el portero del Girona lo paró todo y que Caffa se atropelló demasiado por su banda, las ocasiones claras fueron menos de las que mereció el dominio: apenas tres cabezazos de Ayala en la primera parte y luego otros tres disparos de Braulio, de los que uno fue al palo y el otro se alojó felizmente en las mallas. Se había ido Ewerthon al filo del descanso, pero Braulio le cogió el relevo de la mejor forma posible. Esta vez la última palabra fue suya. Lo merecía.

Pero hay que volver necesariamente a Ander Herrera, un genio en ciernes, un joven futbolista con un desparpajo y una calidad fuera de toda duda, salvo que se vaya al fútbol con gafas de madera. Ayer nos regaló todo su talento con un pase maravilloso que aclara aún más las cosas. Por suerte para el Real Zaragoza, sigue aquí entre nosotros. Y ojalá sea por muchos años.