El partido de hoy es la prueba del nueve para el Barça. Y es también la prueba del 10. La responsabilidad que Diego Maradona ha situado en la espalda de Messi convierte ahora al futbolista, aún más, en un personaje sobre el que gravita el juego del equipo propio y del equipo contrario. Ante el Valladolid, Messi, que estaba agotado, salió como una referencia, para que el equipo castellano se despistara. Como pasaba con Di Stéfano -y con Cruyff, y con Maradona, y con Kubala-, Messi está en el campo y aunque esté de brazos cruzados restará dos o tres futbolistas al equipo contrario.

Hoy el Barça juega el partido más importante de la temporada, y lo hace en un momento ascendente de todas sus estrellas. Messi brilla entre ellas con la luz de los tipos que han alcanzado lo mejor de su madurez. La espectacular carrera ha tenido ahora una bendición que es, además, un contratiempo. Porque acaso ponga en el joven jugador el riesgo de fracasar desde mayor altura. El Bayern es peligroso cuando está herido, y lo está. Pero Messi puede ejercer sobre los contrarios una atracción fatal por la que se cuele el genio actual del Barça. Ojalá. La afición sabe que esta prueba del 9 es mejor con el 10 en el campo, y le va a exigir que sea perfecto hasta respirando.