CSKA, el muro de Moscú

La experiencia es un grado y ayer los rusos tuvieron fiebre, muchos grados de experiencia. Por ahí, comienza a explicarse la historia del partido ante el Regal Barça. La experiencia la dan siete presencias en la Final Four y eso sirve para hacer un primer cuarto nefasto y estar tranquilos. Y sirve para que el otrora jugador del CSKA de Moscú, David Andersen, se saliera sin inmutar a los rusos. El CSKA tiene a Ettore Messina en el banquillo y a un tal Ramunas Siskauskas en la cancha. Desde el banco, el técnico italiano incrementaba la anotación de su equipo de forma matemática. Pasaron de los 12 en el primer cuarto a los 28 en el último y de esos últimos 28, 18 del alero lituano.

Con todo esto, la experiencia debería servirnos a nosotros para algo. Por ejemplo, para impugnar cualquier futuro cruce de equipos españoles con el CSKA porque es nuestra bestia negra. Aquí, en Berlín, aún quedan vestigios del muro, pero el muro del baloncesto español se llama CSKA, un muro que no somos capaces de escalar. Frente a él, nos despeñamos casi siempre. Para nosotros, más que el CSKA, éste es equipo es el CS-KAOS.