Gil Marín ha tenido que ejercer de bombero y apagar el fuego que tenía su entrenador Abel en vísperas de un partido tan decisivo como el de sábado en San Mamés con la Champions en juego. Al técnico le habían llenado la cabeza con fantasmas de posibles recambios y estaba a punto de arrojar la toalla. Junto a García Pitarch le han dicho que su próximo proyecto para Europa pasa por su continuidad y que sus declaraciones de los últimos días no le iban a beneficiar a la hora de valorar su trabajo.

Al parecer los argumentos han sido convincentes y las aguas se han tranquilizado y el entrenador ha vuelto a recuperar la moral que ha transmitido a su gente para ser el máximo favorito para lograr la Champions. El Consejero Delegado ha estado en su puesto y espero que sea un buen síntoma pensando en los numerosos asuntos pendientes que tiene para este verano como son la permanencia de Agüero y Forlán, los fichajes, el cambio a la Peineta, la Ciudad Deportiva de Alcorcón y encontrar los recursos económicos necesarios para codearse con los grandes. La imagen que se estaba dando no era la correcta y los aficionados andaban mosqueados. Ahora lo único que interesa es ganar al Athletic el sábado.