El Giro le echa imaginación

El Giro le echa imaginación

Si la pasada semana tuvimos en el Giro una contrarreloj poco habitual (60 kilómetros con un puerto de tercera y otro de segunda), hoy nos encontramos con un recorrido igualmente atractivo: 83 kilómetros con final en un puerto de primera. Es una invitación a la lucha y a las escapadas desde la salida. El ciclismo no está obligado a meter todos los días etapas largas que los ciclistas se toman con tranquilidad, sobre todo al principio. Tienen su razón de ser, que es enlazar una localidad con otra para cubrir la mayor parte del territorio, pero ahora que los modernos medios de transporte permiten cubrir grandes tramos neutralizados, está muy bien meter etapas cortas, nerviosas y, por tanto, forzosamente disputadas.

La verdad es que el Giro le ha echado imaginación. Fue la contrarreloj, es la etapa de hoy, será la ascensión al Vesubio -subir un gigante con leyenda es la mejor manera de atraer al aficionado- y será la última etapa, cuyo tradicional paseo por Milán se ha convertido en una crono en Roma. Bien por el Giro. Mejor salirse del guión que el siempre previsible recorrido del Tour: primera semana de transición, luego Alpes y después Pirineos, o al revés, con unas etapitas por medio, y trámite final en París, aunque este año ha puesto el Mont Ventoux el penúltimo día. La Vuelta, por su parte, probará con etapas cortas y accidentadas a cambio de prescindir de los Pirineos y los Picos de Europa. Y es que el ciclismo o se renueva o agoniza.