Una sentencia extendida entre las gentes del fútbol, desde la elite hasta las barras del bar, es que en un equipo como el Barcelona, parido para atacar, marcaría 30 goles por temporada hasta el Pato Donald. Como todas las frases que hacen fortuna, tiene una base empírica: tipos como Maxi López o Santi Ezquerro, por sólo citar dos de las numerosas pifias del secretario Begiristain, también consiguieron algún gol en un Barça bastante peor que el tricampeón, y sin siquiera haber sido titulares nunca.

Viene a cuento la frase del pato de dibujos animados por la rediviva situación de Samuel Etoo, que un año después remite a los líos de casi siempre. Pero sería injusto quitar méritos a los más de 100 goles que el hermano camerunés suma en la Liga con la camiseta blaugrana, sobre todo si se tiene en cuenta que no es un dechado de virtudes técnicas. Porque, bien mirado, Etoo no posee regate, no va bien de cabeza ni es muy bueno aguantando la pelota de espaldas a la defensa rival, y su porcentaje de acierto rematador tampoco es de los que echan para atrás. Acaso por eso lo suyo tenga tanto mérito. O sea, que no exageren con lo del Pato Donald...