Nos esperan duros años de ausencia de nombres galácticos a la hora de los fichajes. Juanito llega al Atlético bajo el manto de una afición que no entiende su incorporación y que sigue soñando con un centrocampista de calidad. La hinchada sigue mosqueada sobre el futuro de Agüero o Forlán y no terminan de entender cómo en la operación salida solamente se ha podido ejecutar la de Miguel de las Cuevas al Sporting. Hay muchas dudas con respecto al proyecto de Abel y lo que es más doloroso: a mediados de agosto espera una previa de Champions que puede ser el primer golpe bajo para las ilusiones de una gente que sueña con alegrías. La economía de mercado impone el cambio de cromos o futbolistas que lleguen con la carta de libertad.

Sigo sin entender muchas decisiones. Se mantiene la teoría de que ya hay un armazón hecho, pero nadie me habla de ese cerebro que sepa levantar la cabeza y dar pases con criterio a la dinamita que hay en la delantera. Lo cierto es que no se viven los mejores momentos económicos. Se busca ajustar al máximo los presupuestos y hasta en las fichas habrá un recorte considerable. El problema es que los abonados llaman a la puerta y necesitan poder sacar pecho. Si al menos el Kun siguiera se darían por satisfechos. Pero nadie puede poner la mano en el fuego sobre este punto. Si llegan con más de cincuenta millones todo puede suceder. La salvación rojiblanca va a ser o la lotería o la posibilidad de que salga algún millonario para invertir en el club.