Mala salida y peor acomodo

Mala salida y peor acomodo

Sin entrar en rentabilidades y amortizaciones, me deja una sensación extraña la venta inminente de un futbolista que llegó en diciembre y que no se comportó con desdoro. Huntelaar se confirmó como un delantero de área, eso que llamamos un cazador de goles, y lo cierto es que los cazó estimables, como los dos que marcó en San Mamés. Es posible que tenga la misma impresión cuando el club traspase a Robben, al que siempre consideré un jugador un poco desesperante (por individualista), pero que cumplió casi siempre con goles o jugadas desequilibrantes. Y lo mismo me ocurrirá si Sneijder, finalmente, se decide a abandonar el Real Madrid, pues en él advertí, a riesgo de parecer un hereje, la misma electricidad que recuerdo en Juanito.

Me pregunto qué hubiera sido de todos ellos en otro ambiente y en diferente compañía. En la actual, por ejemplo. Tengo la sospecha de que, por ser especiales, merecían más paciencia y, probablemente, más atención. No es posible, ya lo sé. Las compras exigen ventas y, al margen del dinero (asunto importante) es complicado mantener en la plantilla a jugadores reconocidos a los que deportivamente sólo se les puede ofrecer un banquillo caliente. Pero me queda el sabor amargo de una mala salida y un peor acomodo. Y también temo, por qué no admitirlo, que estos jugadores se destapen en otros clubes y nos volvamos a encontrar en otro verano pero en posiciones diferentes: ellos arriba y nosotros, los dubitativos, en el subsuelo.