Alonso y Renault abren una puerta a la esperanza

Me ha gustado este GP de Alemania por dos razones principales. La primera y la más importante es que Alonso y Renault han abierto una puerta a la esperanza. La última evolución del R29 parece que sí ha resultado efectiva y le ha dado al asturiano esa pequeña mejoría de la que él ha sabido sacar petróleo. Lástima de su error en la calificación y de los problemas en la salida, porque en otras circunstancias no hubiera sido descabellado verle luchando por el podio. Pero más allá del valor de ese séptimo puesto, lo importante es que se puede atisbar la luz al final de túnel para un proyecto que tenía pinta de estar estancadísimo. Una situación que nos invita a ser un poquito más optimistas, aunque con cierta prudencia, sobre que la temporada aún nos pueda deparar alguna alegría.

Lo que también me ha encantado es la victoria de Mark Webber. El australiano es todo un currante de la F-1, uno de esos pilotos que nunca se rinden pese a estar acostumbrados a moverse en un discreto segundo plano. Es un atleta y un deportista abnegado, como demostró el pasado invierno al recuperarse de sus graves lesiones tras ser atropellado por un coche cuando competía en bicicleta. Es tercero del Mundial pero a la estela de Vettel, un compañero con ganas de eclipsarle aunque de momento no lo consiga. Además, me encantó doblemente su triunfo porque me pareció completamente injusto que la Dirección de Carrera le sancionase... precisamente porque no es una de las estrellas de la parrilla. Casi le arruinan su gran día. Por fortuna, no lo lograron.