Pep Guardiola sabe cómo hacer el equipo, a él no se lo hacen. Y además tiene buena información sobre la gente que incorpora. La sucesión de Etoo no es un capricho: es la consecuencia de un pensamiento, el de Pep. El entrenador construye un equipo de futuro y sabe que éste es el momento del cambio: Etoo llevaba cinco años en el Barça, su ciclo en el vestuario acabó, aunque no acabara en el área. Y el cambio lo necesitaba también Guardiola. La directiva y Begiristain pueden decir misa. La autoridad del entrenador ya es la auctoritas clásica.

El técnico se ha puesto a dibujar en la pizarra y le ha salido esta renovación: después del éxito, un nuevo punto de partida. Y no ha elegido a ciegas; ha señalado a Ibrahimovic, que resuelve en el área metiendo miedo con la mirada. Lo sabe todo el mundo, pero, sobre todo, lo sabe Figo, que trabajó con Ibrahimovic durante tres años, cuya amistad con Pep sigue siendo la que fue. Ibrahimovic, me decía ayer el culé-zaragocista Luis Alegre, no es ni mejor ni peor que Etoo, no se trata de eso. Se trata de una nueva estrategia y para hacerla Guardiola tiene quien le informe.