¿Por qué siempre se van los mejores?

¿Por qué siempre se van los mejores?

Le conocí siendo un crío y se nos va como capitán del Espanyol, la ilusión de su vida. Ni un mes le ha dejado disfrutarlo este asco de vida. Un crío, digo… Lo que era ayer, ¡26 años tenía nada más! Amable, cortés, educado, buenísima gente. Un muchacho ejemplar, también en lo futbolístico. Del Bosque le había echado el ojo. Había pasado por todas las selecciones inferiores de nuestro fútbol con notable éxito personal y colectivo, y cada día era mejor este Dani Jarque que ya está en los cielos.

Qué decir en momentos como este? El dolor es brutal. Y el desconcierto. Los recuerdos se apelotonan, se buscan explicaciones y no las hay. Por eso me atrevo a contarte, Dani, que en cuanto corrió la voz mi teléfono explotó. Pasaron de cincuenta las llamadas. Desde Santander, tus amigos Marc Torrejón y Óscar Serrano. Óscar Ribot y Manuel Redondo, del Real Madrid, los amigos del Nàstic, del Xerez, de Bilbao… Petón me recordó que tú fuiste el capitán de aquella Selección Sub-19 que ganó el Europeo con un gol de Torres: él es otro que te llora, es lo único que nos queda. Llora el doctor González, allá en El Ejido, al que me tocó darle la noticia. Lloramos todos los que tuvimos la suerte de conocerte.

Pasaban de las nueve de la noche cuando sonó mi teléfono. Con un hilo de voz y arrasado en lágrimas me habló Pin, el padre de Iván de la Peña: "¿Lo sabes, verdad?" No sabía nada. Acababa de llegar a casa desde Sariñena, ni tiempo para quitarme la chaqueta me dio. No lo sabía, lo supe en ese mismo momento. Y se me ocurrió lo de siempre en casos como el tuyo: ¿por qué será que siempre se nos van los mejores? Descansa en paz, amigo. ¡Qué solos nos has dejado!