Dani, no te puedes ir tan pronto

Son las dos y media, la hora del almuerzo de un soleado domingo de agosto. Pero ¡qué insignificantes resultan esos detalles terrenales cuando se pierde algo tan grande! Tras la puerta 21 de Cornellà-El Prat, una multitud en silencio sepulcral. Estremecedor respeto. Pero un aficionado alza la voz: "¡A partir de ahora ya no jugaremos con 11, seremos uno más!". Tremenda ovación y la paradoja de que la sonoridad tan estudiada con la que se proyectó el nuevo estadio sirva ahora para que retumben los aplausos hacia el ídolo desaparecido.

Por qué te vas tan pronto, Dani?, nos preguntábamos todos ayer. Y ya siempre. Tenía sólo 26 años; 13 meses nos separaban. Sus sueños de ingresar en el primer equipo coincidían con nuestras primeras líneas en este diario. En la prensa le queríamos con locura, algo tan difícil en estos tiempos. Nunca tenía un no para nadie a pesar de su colosal timidez a la libreta, en contraste con su liderazgo silencioso en el campo. Su muerte nos trastorna. Tanto, que ni siquiera hoy nos resignamos a creerlo del todo. Sólo queda un quimérico consuelo: reunirnos algún día en ese cielo blanquiazul. Con Zamora, Arcas, Argilés... ¡Qué partidazos nos esperan, Dani!