Los ingleses se creían a salvo, pero...

Los ingleses se creían a salvo, pero...

De repente parece que lo más peligroso que puede hacer un inglés es salir al jardín de su casa a disfrutar de los pocos minutos de sol que les ha tocado este verano: acaban de morir tres personas por una picadura de avispa. Pero se trata de impresiones: ocurre todos los veranos, sólo que la coincidencia ha llevado el tema a la portada de los diarios. Lo mismo ocurre con la violencia en el fútbol inglés. En los últimos años y por razones que se me escapan, la Prensa inglesa ha decidido que sólo hay violencia en estadios extranjeros y ha preferido ignorar por sistema pequeños (y no tan pequeños) incidentes que sugieren que el hooliganismo no ha desaparecido del todo. Dejó de ser asunto de interés nacional y es ciertamente menor, pero existe. La Policía británica es la mejor preparada para combatirla, las leyes son las más modernas y efectivas, pero quizá la Prensa ha pecado de inocente.

Hace un par de años se produjeron incidentes entre las aficiones del Chelsea y del Tottentham con el resultado de once heridos, pero no busquen en las hemerotecas artículos al respecto. Cuarenta y cuatro aficionados fueron detenidos tras un partido de FA Cup entre el Stoke y el Birmingham. El Millwall ha protagonizado otros desencuentros con hinchadas fuera de los estadios (ya se sabe, hay demasiada Policía dentro). La violencia se ha desplazado a otras divisiones inferiores donde hay menos control y menos cámaras de seguridad. Los hooligans más peligrosos se alejan de los conflictos antes de competiciones veraniegas para que no se les impida viajar y luego buscan peleas en el extranjero. Así que lo que pasó el martes en Upton Park no es sorprendente, ni tampoco lo habitual. Pero en Inglaterra tienen que dejar de mirar a otro lado por si la cosa empeora.