¡Uffff! Me siento muy aliviado. ¡Pero qué cabezas!

¡Uffff! Me siento muy aliviado. ¡Pero qué cabezas!

Anteanoche me acosté entre atribuladísimo y confiado. Lo primero porque lo de Megía alteró mi conciencia. Hacen directivo o similar del Madrid a Laporta diez minutos y no se le ocurre maldad semejante. Las tertulias de las radios de Barcelona la noche del martes fueron monotemáticas. Y las del miércoles hasta que se supo de la marcha atrás, también: ¡el Madrid ha fichado a un árbitro! Se oyó lo que puedan ustedes imaginar y más. Finalmente me dormí confiado en que el club daría marcha atrás y la cosa quedaría como una gran gansada... que sigue sorprendiéndome pese a la rectificación final.

Por unas horas que parecieron siglos, el Madrid tuvo la rara habilidad de desviar el foco de atención arbitral que alumbra al Barça, sólo al Barça y nada más que al Barça. Aquí y en Europa: cada vez que veo el Chelsea-Barça descubro un penalti no pitado a favor de los ingleses. Y los ingleses, también. Con el recochineo, encima, de que Megía no ha sido precisamente un árbitro anticulé. Total, que a Dios gracias en la zona noble del Bernabéu leen AS y se les excitó su sensibilidad madridista, cosa que en esa zona se debía de dar por supuesta, como el valor en el soldado. Las tertulias aquellas volvieron anoche a lo suyo: Chygrynskiy y esas cosas, como debe ser. Pues eso, que muchas gracias por el alivio. ¡Pero madre, qué cabezas!