La pasión por las antologías

La pasión por las antologías

Tiene algo de literario este Barça de ahora. Acaso es la pasión por las antologías: ya no juega el equipo, o por lo menos no lo está haciendo, como si escribiera una novela, toda seguida, sino que ofrece al espectador una selección de aquello que más le gusta hacer. Sobre todo en la primera parte, ese Barça antológico afrontó la presencia del Racing como si éste fuera un espejo oscuro, inexistente, y por esa abertura formidable coló goles de verdadera antología, excepto, quizá, el primero, que le vino a Ibrahimovic como si le viniera Dios a ver. Después de haber abierto esa lata, Messi se coló como un pájaro sabio, y fusiló a los racinguistas como si hubiera ensayado esa ejecución. Ver el partido era sufrir por el Racing, porque el Barça no estaba dispuesto a perdonar; y fue decisivo, una vez más, el equilibrio que marca en la delantera el mejor jugador del mundo. Messi es la diferencia; cuando se duerme el equipo, o se pone a escribir antologías, dispara y salva del letargo a las dos aficiones.

La del Racing parecía desesperada; no hubo jamás la sensación de que podían sus jugadores inquietar a Valdés en lo más mínimo, de modo que el gol con el que sorprendieron al portero, acaso durmiendo, parecía salvar una honra que jamás tuvo que ver con el juego. Vi el partido en Barcelona, rodeado de amigos que durante el día despidieron a un gran barcelonista, el editor Toni López, de Tusquets. Toni tenía raíces santanderinas. Durante el encuentro deseamos que sus dos pasiones, Santander y el Barça, salieran indemnes del huracán Messi, pero Messi se empeñó en ser quien es, y eso al Racing le resultó imposible de soportar. Toni lo hubiera entendido, y celebrado.