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Su boda y Mallorca le cambiaron

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Uno, que es agnóstico vocacional porque creer en cosas no tangibles lleva mucho trabajo, no tenía fe en que Jurado fuera futbolista para el Atleti. A Mallorca se fue un talento lánguido y, por experiencia propia, sé que el que nace disperso casi siempre muere disperso. Pero mi error de juicio con Jurado fue enorme y ahora es la mejor noticia de este Atleti titubeante. Los agradecimientos, a Goyo Manzano y a Carmen, su esposa.

Hace dos veranos, Jurado estaba en la encrucijada. No había brillado en los minutos que Aguirre le había dado, siempre en la banda, y su enorme calidad parecía sepultada bajo su suave carácter. Con su futuro en el aire, se casó y en el viaje de novios le dieron la noticia: cedido al Mallorca. Allí Manzano le dio galones y le colocó en su sitio: "Demuestra lo que vales". Y lo hizo. Y se lo creyó. Y a Madrid regresó otro Jurado, uno que tardó un suspiro en quitarse el cartel de transferible y otro en ser titular. Un profesional que vive por y para el fútbol con el paciente apoyo de Carmen, midiendo cada caloría y cada minuto de sueño. Todo porque sabe que es muy bueno, que puede ser una estrella y, ahora sí, se lo está gritando al mundo a pleno pulmón.